Siguiendo el resumen del diplomado sobre el legado del arzobispo mártir Óscar Romero, ahora analizamos la tercera jornada:
MONSEÑOR ROMERO. PROFETA, PASTOR Y MÁRTIR
Pbro. Luis Alonso Coto
Como arzobispo de San Salvador, Monseñor Romero siempre mantuvo la postura que los sacerdotes debían mantenerse fieles hacia los pobres y sus necesidades. Y este aspecto es fundamental en la concepción que se tiene de la figura de Monseñor y su legado, de tal forma que cuando el papa Francisco lo beatificó el 14 de mayo de 2015 lo llamó "padre de los pobres", "evangelizador" y "testigo heroico del Reino de Dios"
Monseñor Romero fue un hombre lleno del Espíritu Santo, en su dimensión de profeta, pastor y, al final de su vida, como mártir. Y se analizará cada elemento.
A. DIMENSIÓN PROFÉTICA
Monseñor Romero está, sin lugar a dudas, en la línea de los profetas veterotestamentarios. Una tradición basada en el anuncio del Reino de Dios, con una fuerte carga de denuncia. Denuncia de los malos pastores, la clase sacerdotal de la época de los reyes israelitas, y los sacerdotes lejos de los pobres de la época actual. Denuncia de los gobernantes y sus acciones injustas y denuncia de los miembros de la clase alta y su indiferencia por el sufrimiento de las mayorías.
Los profetas del Antiguo Testamento, igual que Romero, establecieron la dialéctica del Profetismo-Utopía, señalando el carácter escatológico del mensaje de los profetas de Dios, señalando el fin del actual estado de cosas, para plantear una realidad diferente, una en la cual la Voluntad de Dios es primero y el Reino actúa y transforma las circunstancias injustas. Señalando clara y tajantemente que un mundo mejor puede y debe existir.
Este doble quicio en los discursos y oráculos proféticos, del anuncio-denuncia se encarnaba en la Realidad, no eran elementos abstractos sino presentes en el quehacer del mundo. Por ello, la palabra profética es una palabra parcial, conflictiva, que es atacada y perseguida, pues menciona cosas que pasan, cosas reales. Un ejemplo de ello fue el profeta Amos, un denunciador de las injusticias sociales del reino de Israel.
La vocación profética debe ser interna, que conlleva cambios en el individuo; y externa, generalmente acompañada de escándalos y persecución. Elementos que, justamente, están presentes claramente en la vocación de Monseñor. Su cambio de postura y el escándalo que esto hizo surgir en la élites del país y en la curia conservadora de la Iglesia.
Romero hizo una predicación historizada, una experiencia de justicia basada en la Voluntad divina y en la experiencia de Dios, en Jesús de Nazareth. La predica de Monseñor se sostenía en el criterio de la cercanía con Dios, preocupación por el sufrimiento de los demás.
De ahí el concepto de Iglesia en Monseñor, la kénosis que se encuentra en la carta a los filipenses, vaciar la propia voluntad y abandonarse a Dios.
En Óscar Romero la denuncia siempre iba acompañada a la llamada a la conversión, sobre todo de la misma Iglesia, una conversión hacia la pobreza, hacia los pobres. Este cambio de corazón, es un renovar al ser humano y con ello renovar a la sociedad. Por esto el profeta habla en un contexto, comunica esperanza con su palabra y vida.
Romero cultivaba las ideas de la Nueva Vida, una que fuera acompañada de Dios, "si yo pongo de mi parte, Dios hará su parte" Una compañía según Cristo lo que significa estar al lado del que sufre. El profeta consuela, compadece al que sufre y aquí su figura se une y complementa a la de pastor.
B. PASTOR
El buen pastor es el que tiene que estar donde está el sufrimiento, pues la Iglesia es la casa de la Misericordia del Señor. El obispo (el pastor por excelencia del pueblo de Dios) debe aprender de su pueblo. Este pastoreo para Romero fue enfrentarse, junto a su pueblo, a la violencia. Esta violencia estructural se veía reflejada con la injusta distribución de la tierra, un Estado violento representado en los grupos paramilitares. Pero también una condena de los actos violentos de los grupos de izquierda. Porque en ello Monseñor unía la fe a la Justicia.
Para Romero las actitudes del pastor debían ser:
Reaccionar al sufrimiento de forma radical.
Oír el clamor de las víctimas
Seguir luchando por un mundo mejor, que se vuelva solidario y fraternal.
C. MÁRTIR
Si por algo es reconocido Monseñor Romero a nivel mundial, aún en círculos no católicos, es por ser mártir (testigo) de la fe. Monseñor Urioste definía el aspecto martirial de Monseñor romero de la siguiente manera:
Romero fue un mártir según las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, de la ortodoxia. Sus amores, presentes en sus escritos, en sus homilías fueron siempre Dios, la Iglesia y el Pueblo.
Para Romero, ver el Magisterio era preguntarse ¿Qué dice Cristo, qué dice su Evangelio? las enseñanzas de la Iglesia deben reactulizar su pensamiento, reactualizar al pueblo crucificado.
Cuando Romero fue obispo de Santiago de María realizó muchos actos de misericordia hacia los cortadores de café, pues siempre su misericordia hacia los demás era equiparable a la de Jesús. Para Monseñor su magisterio venía íntegramente del Magisterio pontificio, de la Doctrina Social de la Iglesia.
Ante esto se puede definir más correctamente el significado del lema eclesial elegido por Monseñor: Sentir con la Iglesia. Para él fue amor y entrega desinteresada, obediencia a las normas de la Iglesia, visible en una ortodoxia acompañada de una ortopraxis. Monseñor en su homilía del 2 de julio de 1978 enfatizó que la fidelidad al magisterio es la fidelidad a Cristo, por lo tanto el martirio es ser fiel a Cristo y, por lo tanto, serlo al sucesor de Pedro, y esta doctrina debe vivirse sin miedo alguno.
Por todo lo anterior, a Romero puede y debe aplicársele el texto de Isaías sobre el Espíritu del Señor, pues es el padre de los pobres.
Comentarios
Publicar un comentario