Día internacional del libro

Desde 1995 la UNESCO promulgó que el 23 de abril de cada año sería asignado como el día internacional del libro, como una forma también de rememorar y honrar el fallecimiento en dicha fecha de Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare. Actualmente se recuerda en más de un centenar de países con diferentes tipos de conmemoraciones y diferentes intensidades. Quiero aprovechar esta fecha para hacer una reflexión sobre lo que los libros y la lectura han significado en mi vida.

Recuerdo que en la infancia los libros me parecían cosas curiosas, había pocos en la casa. Obviamente había una Biblia, era una Reina Valera del '60, a la que le faltaba una buena cantidad de páginas, no recuerdo entre cuales libros, creo que eran los proféticos. Esa Biblia la hojeé múltiples veces, sobre todo los libros del Pentateuco, los Evangelios y el Apocalipsis. Este libro me obsesionó durante mi pubertad, me parecían increíblemente atrayentes y perturbadoras sus imágenes: el dragón, la bestia, la estatua blasfema de la bestia, el ajenjo, los siete sellos, las siete copas...........terriblemente espectácular!

Luego, el siguiente contacto con libros en mi casa, fue con algunas obras literarias que mi tía, quien hizo varios ciclos de estudios universitarios, había dejado por ahí en una caja, tuve tiempo para hojearlos y leer algunos una vez que pase una semana completa enfermo, me dieron unas fiebres que me impidieron ir a clases y estuve en la cama convaleciente. Fue ahí donde empecé a leer estas obras. Entre dichos libros recuerdo más que nada de un librito muy divertido de historias cortas y consejos picarescos, se llama Retazos, es de un salvadoreño, no recuerdo mucho el nombre del autor, pero a esa púbera edad me divirtieron estos relatos y máximas, recuerdo convenientemente una sección llamada algo como: "los diez mandamientos del haragán" con grandes sentencias como: si el trabajo es salud, viva la enfermedad; o si te entran ganas de trabajar, levantate, acuéstate, haz cualquier cosa hasta que te pasen esas ganas.........jajaja, todo un decálogo para muchos!

Entre esos libros también estaba el Poema de Mío Cid, en una edición cuya primera parte mostraba tanto el texto en español moderno como en su versión original del siglo XII. Esta obra es genial, épica (que siempre me ha gustado este genero, tanto en películas como en obras literarias) emocionante, sobre todo cuando el Cid debe ir hacia el exilio, se encuentra un pueblo donde nadie les habla ni abren las puertas o ventanas; sólo una niña rompe la orden del Soberano y le cuenta al Cid y a sus acompañantes la prohibición de hablarles o brindarles cualquier tipo de ayuda...... O también los encuentros en las Cortes con los Infantes de Carrión y sus partidarios, las espadas Colada y Tizona, el caballo Babieca, y tantos otros elementos geniales y memorables que hacen de ésta una obra inmortal. Este fue el primer libro que leí en la vida, sentado durante semanas y semanas en el patio de la casa, en una silla de madera, leyendo ese libro.

Después de eso fue el despertar, leyendo diferentes libros de los que tenía a la mano, pasando por los autores básicos de la literatura salvadoreña: Espino, Masferrer, Lars, etc. Unos me gustaron más que otros; nunca he entendido la adoración a Alfredo Espino y a su poemario Jicaras Tristes; en cambio me encantaron los cuentos infantiles-costumbristas de Claudia Lars, dichas historias me hacían desear una infancia rural, costumbrista; y me emocionaron los ideales político-sociales de Masferrer en El dinero maldito y Minimum Vital, que durante años, hasta conocer el materialismo dialéctico, fueron mis ejes ideológicos.

Cuando había devorado todo lo que había en la casa, empecé a pedir, ahorrar y rebuscarme para tener y comprar nuevas obras, primero siempre salvadoreñas, ya más variado, como Salarrúe y su exquisita obra O-Yarkandal donde juega con el lenguaje como solo un conocedor puede hacerlo. También conocí a Roque Daltón, primero con su ensayo histórico sobre El Salvador, luego el collage de Historias prohibidas del Pulgarcito, y, sobre todo, la genial e increíble Pobrecito poeta que era yo... que en sus secciones de Todos, el party y Mario, el diario, alcanzó Roque un nivel de maestría en la narrativa pocas veces superado en nuestra literatura. Entre la producción literaria salvadoreña siempre tendré en gran estima y valoración a la novela costumbrista Jaragua de Napoleón Rodriguez Ruíz, una historia que mi mamá leyó de joven y que siempre me recomendó. Este libro nos narra la experiencia vital de un salvadoreño nacido en la cosa occidental, sus peripecias, sus aspiraciones, contrastando los valores de la gente sencilla, claros y directos, con los de la gente "de la capital", con hipocresías y falsedades.

Luego, inevitablemente, me acerque a la literatura universal. Por gustos y oportunidades inicié con la Ciencia Ficción, las obras de Isaac Asimov me impactaron. Aunque su redacción y estilo llegan a ser secos y un poco escasos, los planteamientos y la forma de presentarlos son geniales, y la vastedad de su escenario: un imperio galáctico, me fascino. Luego Frank Herberth y la saga Dune, cuyos primeros cuatro libros me enseñaron un nuevo concepto de ficción, tecnología y lo sobrenatural, sobre todo el último, desarrollando una historia después de miles de años. Más adelante retrocedí hacia los orígenes del género con las obras clásicas de Wells y Verne. La descripción de una sociedad dividida entre Eloi y Morlocks me impresionó como un futuro muy posible, dado la gran brecha que se abre en nuestras sociedades, y las novelas de Verne como Viaje al Centro de la Tierra y 20000 leguas de viaje submarino avivaron mi imaginación por los paisajes que describe. Y así he seguido leyendo mucho sobre ciencia ficción, sobre todo los relatos cortos clásicos, de autores como: Arthur C. Clark, Ray Bradbury y Philip K. Dick. Aquí no puedo dejar de mencionar la novela Metrópolis de la autora alemana Thea von Harbou, que nos trae mas cercano en el tiempo aquella división de los seres humanos en dos clases: la que disfruta los beneficios del trabajo y la técnica, y aquellos que la hacen posible con su trabajo excesivo e infravalorado. Esta novela es casi un paradigma para mi, vista fríamente es cursi y sencilla, pero tiene ciertas imágenes y recursos literarios muy bellos y la historia me atrapa. Por ello también he visto las versiones cinematográficas de esta historia, la primera de 1927, enmarcada en el cine mudo y el expresionismo alemán, y la segunda, un anime de 2001.

Por la misma época comencé a leer Shakespeare, primero su popular Romeo y Julieta, admirable historia de amor y tragedia en menos de una semana, donde el tiempo es tan vertiginoso como las emociones que sienten los protagonistas; después Hamlet, el príncipe torturado y medio loco de Dinamarca, un nihilista puro, cuyo contaco con el fantasma en los primero actos lo hace un agente de la muerte y la destrucción a lo largo de la obra, todo lo que toca, todo lo que ama se disuelve en la nada. Y así las demás tragedias y obras históricas de este gran autor.

Fue también la época de mi primer intento por leer El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, el cual no pude concluir al comenzar las diferentes novelas intercaladas en la narración principal. A cambio de fallar aquí, si pude con la lectura de las dos partes de Fausto, identificándome con el protagonista en su búsqueda del conocimiento, en su enamoramiento de Margarita y su trágico final. Y la figura de Mefistófeles, el primer diablo de la literatura que conocí (luego he leído a otros, pero siempre comparándolos con éste)


Ahora seguimos leyendo al irreverente Henry Miller, quien nos enseña un París alejado de la solemnidad, embuido por lo vulgar, lo terrenal y por eso mismo más humano. Leemos al maestro de todos William Faulkner, con su obra perfecta: Luz de agosto, que parece envolverte en historias que sin que se note, terminan armándose coherentemente en algo magistral. Al frío y apasionado Ernest Hemingway, directo en su lenguaje pero poético en su forma, presentándonos una bella historia de amor sin dejar de mostrarnos sus valores políticos en Por quien doblan las campanas. Al impresionante Alejo Carpentier, con una escritura tan culta, tan universal, tan vasta como su talento. Al enigmático Julio Cortázar, con sus cuentos que parecen cotidianos y que, de la nada, de esa imaginación del autor, resultan en situaciones únicas y perturbadoras. Al imaginativo Gabriel García Márquez, creándonos un universo cerrado, perfecto en sí mismo, independiente de nuestra realidad. A Dostoyevski, con sus historias hermosamente tristes, pesimistas, bellas en su humanidad desvalida. A Frank Kafka, pesimista genial, irónico con la vida y con sus personajes, de quienes no tiene piedad alguna. Y también al genial prosista Mario Vargas Llosa, con una prosa atrayente, directa pero poética Y muchos otros autores de muchos géneros y nacionalidades.

En definitiva los libros son compañeros maravillosos, además de que obtienes cultura y conocimientos, afinas tu ortografía, y abres nuevos surcos en tus terminales cerebrales para que se te ocurran ideas, pensamientos, que antes te estaban negados por una visión limitada de tu percepción

Pero lo mejor que puede pasarte al leer un libro, es encontrar a una persona maravillosa a quien le cuentes lo que lees, le narres aquello que te emociono, le actuas los diálogos y las escenas que mas te gustaron. Esto haría perfecta una lectura, esto hace que un excelente libro sea una experiencia única!

Y así fui cayendo en el vicio del Quijote, leer, leer, leer, solo espero no perder el juicio con el tiempo.