La película Her (2013), dirigida por Spike Lee, trata sobre ciencia ficción, aunque a un nivel muy personalista, donde la tecnología futura esta ahí, pero lo importante son los seres humanos y su soledad en un mundo eternamente conectado.
La historia comienza con Theodore, interpretado por un genial Joaquin Phoenix, que vive un momento de crisis existencial por una ruptura reciente con su esposa. Theodore tiene un trabajo curioso pero bello. Él escribe cartas personales por encargo, un concepto alucinante, dicta las cartas al PC que las escribe imitando la grafía del cliente y como inspiración un mínimo de datos al tipo como fulano extraña a fulana, o es el cumple de la abuela hay que felicitarla, cartas de pésame y cosas así, pensar que podríamos dejar un compromiso tan personal a desconocidos que tengan un talento para la escritura, es algo perturbador, quizás el último bastión del contacto personal inevitable se despersonaliza por completo y hasta pagaremos por ello.
Una cosa muy bella del film es su fotografía, de marcados tonos pastel, sobre todo el rosa, que en muchas ocasiones remarcan el vacío de los personajes. Una escena señala bien esto, Theodore camina por la calle hablando con su sistema operativo personalizado y, alrededor de él, casi todas las personas hacen los mismo, en un momentos todos parecen hablar pero no lo están haciendo unos con otros, sino que prácticamente consigo mismos, es la mejor secuencia para decirnos uno de los mensajes de la película: en medio de éste mundo totalmente conectado, con cientos, a veces miles de contactos, miles de seguidores, decenas de miles de interacciones al día, todo eso al final, sólo nos grita lo aislados que estamos. Ahora es común ver a un grupo de jóvenes sentados a la misma mesa sin verse ni hablarse, todos consultando su móvil. El director, Spike Lee, nos da el siguiente escalón en esta, llamémosla, "involución social" todos juntos y hablando, sí, pero con nuestros aparatos.
La película platea el diseño de sistemas operativos con inteligencia artificial que se conectan con todos nuestros dispositivos y empiezan a interactuar con nosotros, a hablarnos, a aprender de costumbres, manías, gustos y disgustos, enriqueciendo su "personalidad"
El protagonista va sintiendo cada vez más una cercanía hacia su OS, llegando a enamorarse de "ella", estableciendo varios elementos en dicha relación sui generis, que, al parecer, se vuelve algo común entre los demás usuarios de dicho OS. Porque,igual que ahora con las redes sociales, será más fácil entablar ese tipo de relaciones virtuales que las reales que nos exigen más y son menos seguras.
Un aspecto muy realista, que vamos de camino a obtenerlo, es que toda la tecnología responde a comandos de voz, aún la escritura y envío de mensajes, casi no necesitas ver la pantalla de tu móvil, pues escuchas lo que tus contactos comparten y puedes interactuar directamente diciéndolo.
Al final Theodore comprende el valor de la soledad y que realmente no es tal, más allá de lo que nosotros mismos nos negamos a ver. Una película totalmente recomendable, más en estos tiempos.
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