Pilatos intentó mirar a traves del rostro que tenía frente a sí, para adivinar sus motivaciones y sus flaquezas, pero sólo pudo ver la tranquilidad y fortaleza propias del hombre santo o del loco. El destino se cernía injusto sobre este hombre y no parecía preocupado por ello. Pilatos consideró que era parte del carácter fatalista de ese pueblo de fanáticos.
El hombre postrado ante el Procurador no era cualquier judío criminal, era uno más de los llamados messiah una especie de caudilllo político con tonos religiosos y proféticos. En Judea abundaban estos pseudo reyes, y surgían de vez en cuando, clamando la libertad del poderío romano. Pero éste, en partícular, no había proclamado ninguna consigna política, según Pilatos podía leer en el informe sobre el sujeto. Él sólo había hablado de cosas de mujeres como la armonía, el amor, la paz y simplezas así. Cualquier romano culto lo miraría como un predicador exótico, de los que abundan en las callejuelas de Roma. Pero para un hombre práctico como Pilatos, este personaje, aunque pareciera lo más inofensivo posible, era peligroso pues lograba una aceptación popular poco común. Y eso Roma no podía tolerarlo.
Pilatos volvió a ver al hombre tirado frente a su Sede. No podía mantenerse en pie, por la paliza que había recibido de los guardias hacia pocas horas y por los 50 latigazos de rigor que habían sido administrados hace poco, era muy entendible que el reo no tuviera una postura más digna.
-¡Levantadle!
Ordenó Pilatos inclemente. Los guardias los sostuvieron con sus brazos, el prisionero logró mantenerse en pie, y fue cuando el Procurador pudo ver claramente el ramaje de espinas que le cubría la frente y las sienes. El pelo tenía una tonalidad rojiza por la sangre seca que lo cubría, en el rostro aún corrían hilos de sangre, que le cegaban el ojo izquierdo; el pecho y los brazos estaban mal cubiertos por jirones de tela blanca.
-¿Es verdad que os proclamastéis Rey de los judíos? - le dijo fríamente el Procurador
Aún con los labios inflamados por continuos golpes, el reopudo decir entrecortadamente:
-Mi reino.....no es de este........mundo. Mi reino esta..........en los cielo.
-¡oh bastante ambicioso para el vástago de un carpintero! - dijo Pilatos divertido, y continuo - en fin, debéis saber que vuestro poder de convocatoria es peligroso para los interesés absolutos del divino Tiberio. Nadie debe ser más admirado que el César, y tampoco debe existir mayor lealtad que la debida a Roma. Aunque vuestro pueblo goza de ciertos....privilegios, revoltosos como vos no deben ser tomados a la ligera. Por ejemplo en el incidente con los mercaderes de vuestro templo, el pueblo y los radicales judíos os respetaron lo suficiente para toleraros esa acción vandálica. También otro motivo para vuestro arrestro es que estáis acusado de hechicería, según nuestra Ley de las Doce Tablas, sobre todo cuando afectan a ciudadanos romanos - Pilatos hizo una pausa, suspiro, hastiado de estas simplezas y soñando con Antioquía o Alejandría, siquiera Damasco, prosiguió - Aunque varios de vuestros pontífices se han acercado directa o indirectamente para pedir clemencia por vuestra vida, como hacen siempre con vosotros, profetas y libertadores, siempre apoyando a quien quiera que los libere de nuestro yugo. Se nota que nos odían más de lo que se odian entre vuestras pequeñas facciones religiosas. Así que estos actos de apoyo sólo confirman mi sentencia - Pilatos cambió su tono, lo hizo solemne, como le gustaba en sus actos oficiales, más por pura autocomplacencia que por utilidad - Por eso, yo, Poncio Pilatos, Procurador de Roma en estas tierras, representante del divino Tiberio, por voluntad del pueblo y del senado de Roma te condeno a vos.... - Pilatos dudó, hojeó negligente sus anotaciones - ....Jesús bar José, originario de Nazareth, os condeno repito a la muerte en cruz, por ejercitar la hechicería, instigar la sedición y la rebelión en contra del César.
Pilatos hizo un ademán lleno de hastío, y los guardias retiraron casi a rastras al condenado. El Procurador contempló la escena y recordó las muchas veces que la había visto antes, y pensó en las muchas que le quedaban por ver, hasta que saliera de aquella tierra llena de rebeldes, fanáticos y messiah.
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