I
Amanece
los estallidos de luz
rompen la oscuridad acumulada
disipan las nubes de tormenta
y brillas
cegando mis sentidos,
la noche se acaba, cede,
exhausta de resistirse,
retrocediendo ante el sol de tu presencia.
Y se hizo la luz
te besé de nuevo
con los ojos cerrados absorbí tu resplandor
la luna y las estrellas
desaparecieron con su fulgor robado
ahuyentadas por el sol de tu boca,
tus labios, tu lengua.
Y sentí el calor de tu saliva,
pues el beso es el único lugar-momento-pensamiento
donde la humedad quema.
II
¿Cómo se puede sentir tanto a través de la piel?
cuando mis dedos besaron a tus dedos
sentí la emoción, el anhelo, el cariño,
tantas veces postergado, limitado, restringido;
pero que, ahora, ahí, corría libre y feliz
se abrazaba hacia mi emoción, mi anhelo, mi cariño.
Y las manos, las tuyas, las mías,
se fundieron en una sola piel, un solo palpitar,
tu pulso y el mío se acompasaron a través de la piel,
piel que ardía, temblaba,
y se susurraron en cada latido:
¡te he extrañado tanto!
¡pero ahora estas aquí!
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