La lluvia sonaba en el techo, suave, reticente al tiempo, como susurrando a los amantes que no la escuchaban. Ambos tendidos en la cama, aún jadeantes, con tanto sudor en sus cuerpos como si hubieran estado bajo la tormenta que los cobijaba.
La habitación estaba ordenada, con esa simetría que a élla le gustaba, sólo las ropas quitadas con prisas yacían en el suelo en una especie de caos sistemático, muestras de la velocidad e intensidad del deseo. El viento entraba por la puerta abierta, refrescando la temperatura del ambiente. La lluvia seguía cayendo, mientras continuara no tenían por qué separarse, no tenían por qué abandonar aquel espacio dentro de sus almas, aquella habitación donde sus cuerpos se pierden para encontrarse en uno solo.
El la miró, sonriente, feliz, con unos ojos que le gritan al cielo satisfacción. Ella vio que el la miraba, con esos ojos sabios y melancólicos que tiene, no dijo nada, se contentó con dejarse ver por él.
Almas solitarias ambos, que luego de años ven y despiertan a una realidad no imaginada antes, sintiendo que el sueño en el que vivían es gris, difuso. En su interior se compadecieron de tanta gente que vive engañada, pensando que esas sombras de su cueva es la vida real, que la rutina, el complacer a los demás, el miedo al qué dirán, la muerte lenta del romanticismo para tomar posiciones más realistas, abandonar tus sueños irrealizables, circunscribirte a tu universo de cuatro paredes, todo eso, toda esa amalgama de cosas que, blasfemamente, llamamos vida, es lo único que hay.
Llamarlo vida, pensó él con aprensión, eso no puede ser vida, vivir es lo que acababa de experimentar, esa entrega, ese llenar y conocer un espacio que parecía haber sido hecho a su medida, vivir es ver esa mirada arrebatadora mientras susurran tu nombre, vivir es esa caricia sorpresiva y sin motivo, ese brazo que se mueve sin razón aparente, la mano suave y sutil que se acerca a tu rostro, y ese contacto de piel con piel, de calor. Eso es vivir, ya sea un instante, ya sea un día, la vida es eso. Mientras pensaba todo eso su cuerpo había respondido espontáneamente acercándose a ella, rodeándola con su brazo, sintiendo su cuerpo maduro y firme ya más tranquilo sosegado.
Ella pudo sentir su cercanía, y sonrío para sus adentros, había aún ternura y cariño luego del fuego pasional, había llegado a temer eso, que todo fuera un sueño, que aquello de lo que huía sin saber fuera lo único real en su vida. Pero no, ahí estaba con el, feliz, ensoñadora, sintiéndose viva después de tanto. Reafirmándose como ella. Respondió a la caricia y al abrazo dejándose llenar de su aliento, su aroma, su piel, su cansancio.
Ambos perdidos en sus pensamientos pero encontrados en sus intenciones, se besaron, soñando listos para sumergirse en su realidad, más importante que la que los rodea, más importante que el tiempo que se agota, realidad tan verdadera e innegable como la lluvia que sonaba en el techo, suave……..
Realidad, vida, sentir... Un relato lleno de emoción.
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