El más universal de todos los salvadoreños, que más queda por decir de un personaje tantas veces citado, mencionado, alabado, atacado, reverenciado. A pesar de esto, aún se descubren facetas cada vez más interesantes del mensaje de Monseñor, y eso demuestra su grandeza como ser Humano, como Sacerdote, como Profeta, el hecho que su palabra tenga actualidad, tenga presencia en este mundo tan diferente al suyo (pero lleno de las mismas carencias y errores que él conoció)
En esto 31 años desde su asesinato, la sociedad salvadoreña lo ha vivido casi todo: una guerra civil, un proceso de negociación, la injerencia extranjera, la consolidación de la paz, la democratización de las instituciones y nuestra cultura, el consumismo galopante, la indiferencia juvenil para la política, la lenta degeneración de nuestra partidocracia, la alternancia política, la violencia pandillera, y el embate del narcotrafico.
Todos estos sucesos han cambiado a la sociedad salvadoreña y a sus componentes. Está de más decirlo, el joven actual no tiene las mismas preocupaciones que su par de los años 80; éste estaba lleno de ideales, y sabía expresarlos de formas racionalizadas y tenían un actuar coherente con estas metas utópicas, estaba comprometido con la justicia, la democracia y los valores civiles más altos; el joven de nuestros tiempos no tiene tiempo para pensar, la vertiginosa existencia que lleva no le da tiempo de reflexionar, actúa casi por instinto, guiándose por lo que la "masa" hace, perdiéndose, enajenándose a la "mayoría", las redes sociales, los medios de comunicación, la música comercial, todo le incita a no pensar, a dejarse llevar por la marea, a no tener un juicio propio, sino copiar el que otro diga o escriba.
A pesar de estas diferencias Monseñor Romero le habla a los dos tipos de juventud, su mensaje totalmente evángelico y de salvación es válido para ambas existencias. Y es esa actualidad la que hace que la figura del Arzobispo Mártir tenga un eco que rebase su época, su país.
En esto 31 años desde su asesinato, la sociedad salvadoreña lo ha vivido casi todo: una guerra civil, un proceso de negociación, la injerencia extranjera, la consolidación de la paz, la democratización de las instituciones y nuestra cultura, el consumismo galopante, la indiferencia juvenil para la política, la lenta degeneración de nuestra partidocracia, la alternancia política, la violencia pandillera, y el embate del narcotrafico.
Todos estos sucesos han cambiado a la sociedad salvadoreña y a sus componentes. Está de más decirlo, el joven actual no tiene las mismas preocupaciones que su par de los años 80; éste estaba lleno de ideales, y sabía expresarlos de formas racionalizadas y tenían un actuar coherente con estas metas utópicas, estaba comprometido con la justicia, la democracia y los valores civiles más altos; el joven de nuestros tiempos no tiene tiempo para pensar, la vertiginosa existencia que lleva no le da tiempo de reflexionar, actúa casi por instinto, guiándose por lo que la "masa" hace, perdiéndose, enajenándose a la "mayoría", las redes sociales, los medios de comunicación, la música comercial, todo le incita a no pensar, a dejarse llevar por la marea, a no tener un juicio propio, sino copiar el que otro diga o escriba.
A pesar de estas diferencias Monseñor Romero le habla a los dos tipos de juventud, su mensaje totalmente evángelico y de salvación es válido para ambas existencias. Y es esa actualidad la que hace que la figura del Arzobispo Mártir tenga un eco que rebase su época, su país.
La ONU ha declarado este día, el "día internancional del derecho a la Verdad", en reconocimiento a las victimas de violaciones de Derechos Humanos, y sobre todo, para recordar el gran sacrificio que Monseñor Romero hizo para predicar la Verdad.
Este es el valor de un mensaje y de un personaje como Monseñor, su apego a la Verdad, algo que se escucha tan "fácil", tan "normal", resulta que no sólo es dificil, sino peligroso bajo ciertas circunstancias. La Verdad es dura, porque va más allá de lo que queremos soportar, de nuestras comodidades. La Verdad es liberador, porque sólo conociendo la realidad tal cual, se pueden tomar decisiones acertadas para crecer como personas, para liberar nuestro espíritu de la mediocridad.
Todo eso representa Monseñor, por ello, el pueblo le ha tributado tantos honores, desde el día de su asesinato, y ahora lo trata como un santo, aunque las autoridades jerárquicas de la Iglesia Católica sigan en proceso de canonizarlo. Pero para el salvadoreño común, no hace falta ninguna proclamación solemne en latín, ninguna ceremonia, le basta sentir que Monseñor está a su lado, que continua pendiente de sus necesidades, y, muchos, ya han tenido una prueba tangible y milagrosa de que al hablar con Monseñor, Dios también los escucha.
Todo eso representa Monseñor, por ello, el pueblo le ha tributado tantos honores, desde el día de su asesinato, y ahora lo trata como un santo, aunque las autoridades jerárquicas de la Iglesia Católica sigan en proceso de canonizarlo. Pero para el salvadoreño común, no hace falta ninguna proclamación solemne en latín, ninguna ceremonia, le basta sentir que Monseñor está a su lado, que continua pendiente de sus necesidades, y, muchos, ya han tenido una prueba tangible y milagrosa de que al hablar con Monseñor, Dios también los escucha.
Porque después de la muerte, Monseñor Romero se hizo presente en el Pueblo salvadoreño, aunque las autoridades políticas lo manipulen, lo desprestigien, y lo hubiesen intentado olvidar, aunque esta era de mass media solo presente muerte, utilitarismo, cinismo, aunque el ambiente quiera quitarle a nuestros jovenes su conciencia histórica, será el Pueblo salvadoreño el que mantenga VIVA la memoria de Monseñor, para que nunca se olvide su importancia y su relevancia para esta época moderna, y para cualquier época.
Y es tan real esta presencia, esta exigencia del Pueblo por hacer presente a Monseñor Romero, que hasta la clase política tiene que ceder y honrarlo, declarando los 24 de marzo, el Dia de Monseñor Romero. Por eso es respetado y reverenciado por personas y gobernantes de varios países, y de todas las ideologías, es, como señalamos al principio, un Hombre Universal.
Si Romero estuviera vivo, su mensaje a los jóvenes sería: cese a la enajenación, a la alienación, al consumismo y a la perversión. El protagonismo de la juventud ha mermado durante los ultimos años. Hay que preservar y cultivar valores fundamentales como la verdad y la justicia. Tenemos una gran tarea, hermano.
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