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Mostrando entradas de agosto, 2014

Realidad

La lluvia sonaba en el techo, suave, reticente al tiempo, como susurrando a los amantes que no la escuchaban. Ambos tendidos en la cama, aún jadeantes, con tanto sudor en sus cuerpos como si hubieran estado bajo la tormenta que los cobijaba. La habitación estaba ordenada, con esa simetría que a élla le gustaba, sólo las ropas quitadas con prisas yacían en el suelo en una especie de caos sistemático, muestras de la velocidad e intensidad del deseo. El viento entraba por la puerta abierta, refrescando la temperatura del ambiente. La lluvia seguía cayendo, mientras continuara no tenían por qué separarse, no tenían por qué abandonar aquel espacio dentro de sus almas, aquella habitación donde sus cuerpos se pierden para encontrarse en uno solo. El la miró, sonriente, feliz, con unos ojos que le gritan al cielo satisfacción. Ella vio que el la miraba, con esos ojos sabios y melancólicos que tiene, no dijo nada, se contentó con dejarse ver por él. Almas solitarias ambos, que luego de añ